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La misión para mí ha sido, es y será, una experiencia inolvidable e irrepetible



Me llamo Ana Hugalde, una Pamplonica de 31 años que trabajo de auxiliar de enfermería en la UCI del Hospital de Navarra. Trabajo en un lugar especial y muy concreto,  a la vez distinto todos los días. Requiere un continuo trabajo en equipo y directo con el paciente crítico, débil, que en la mayoría de casos mejora y es muy agradecido.

Me piden escribir un testimonio ya que he decidido dedicar un año de mi vida ir viendo en la rama sanitaria como Misionera Laica.

Veo una oportunidad para compartir lo mejor de mí y acoger todo lo que tienen desde la riqueza de sus gentes y cultura. Este deseo nace quizá de la experiencia que he tenido al ver el brillo de mis ojos en las personas cuando reciben ayuda. Esa experiencia me mueve, y espero que ayude a clarificar aquello por lo que merece la pena apostar. Lo hemos oído ya, pero siempre se recibe mucho más de lo que se da…

En el verano del 2014 tuve un cambio en la manera de ver y vivir la vida. Cuando nos toca vivir un momento duro valoramos de forma extraordinaria la gente que realmente se queda a tu lado. Aquellos que viven contigo la realidad de vida que estas viviendo. Te haces mas fuerte, buscas algo a lo que agarrarte y luchar. Algo me ocurre, que hace brotar de dentro ideas y proyectos… Te das cuenta que poco a poco puedes conseguir lo que te propongas. Me fui haciendo consciente de que era muy capaz de hacer cosas que antes eran irrealizables, y ahora ya no tenía sentido lo que tiempo atrás parecía tan importante en mi vida. Estoy gozando de lo que hago y me siento muy feliz.

Siempre me habían gustado cosas y nunca era el momento, ni el lugar, no me atrevía, pensaba que eso no era para mí… ahora vivo la vida de otra manera; disfruto  minuto a minuto, gozo con quien estoy, a quien conozco, como está esa persona, si puedo hacer algo... Miro el día a día. El futuro vendrá. Cómo, cuándo y en qué condiciones, pues el Señor sabrá que quiere de mí. Yo voy haciendo camino al andar…

Siempre me ha gustado el voluntariado y he tenido una inquietud grande por ayudar al más desfavorecido, viajar, conocer otras culturas y países.

¿Por qué voy? Pues es una ilusión de hace muchos años atrás, un deseo, una inquietud, siempre que he ido se me hacia muy corta la estancia y cuando empezaba a disfrutar ya debía volver. Me encanta conocer culturas y realidades de vidas desde lo sencillo. Siento que estoy en un tiempo especial de mi vida en el que está tomando forma mi historia vivida y esta vez tengo la oportunidad de poder disfrutar de una vivencia así sin prisas.

Hace algo más de un año, tuve intención de irme, cuando me comunicaron que se me acababa el trabajo en la empresa en la que llevaba más de 9 años. Me iba al paro, y convaleciente de una intervención que me hizo pasar cuatro meses muy muy difíciles. Sintiéndome pequeñica, indefensa, una etapa muy dura que me hizo ver las cosas desde otra perspectiva. Cuando empiezo a recuperarme me ponen en contacto con una amiga que se iba a Mozambique y me pone en contacto con la ONG con la que viaja, Misevi. Me encanta lo que me cuenta y me apunto a la formación. Estoy todavía muy débil y no es mi momento, pero voy empapándome y ahora, después de un año y pico, siento que puedo viajar y que ha merecido la pena la espera.

Poco a poco el Señor va poniendo todo en su sitio y va cuadrando todo, está siendo una gozada la espera, llena de alegría, todo rodado, sin complicaciones y los problemas que han ido surgiendo, se van resolviendo o son minúsculos. Todo apunta a que es el momento de ir y claro… a veces también brotan dudas… cuando te topas con alguien que te llena de alegría, e ilusión y te transmite cosas. No creo en las casualidades. Las personas que aparecen en mi vida, están destinadas a cruzarse en mi camino por
alguna razón.

La misión para mí ha sido, es y será, una experiencia inolvidable e irrepetible.

Es una sensación de felicidad y plenitud que no se comparan con todos los lujos que tenemos en la vida diaria.

Dejar a mi familia e irme un año me ha costado, pero ha sido una decisión que he ido alargando mucho tiempo. Me resulta difícil compartir la decisión sobre todo en casa, porque siento que sufren porque me quieren y se preocupan. Sé que se esfuerzan por entenderme.

En septiembre voy a Madrid para una formación con Obras Misionales Pontificias y partiré hacia Honduras, Bolivia o Angola, a primeros de Enero de 2017. Iré con Misevi, una organización no gubernamental para el desarrollo (ONGD); en este sentido sus miembros viven y actúan tomando como referencia la opción por los pobres; orientan sus labores hacia la promoción humana y espiritual de las personas, la lucha contra la pobreza y el compromiso activo con los contextos de exclusión social.

Anteriormente ya participé en otros voluntariados pero muy cortitos. En mi mes de vacaciones de verano he estado en Calcuta en 2011 con las Misioneras de Madre Teresa en un dispensario y un hogar de mujeres. En 2012 estuve en Chile con la comunidad de mi tía,  Misionera Dominica del Rosario. Tuve la suerte de conocer sus proyectos y sitios concretos de destinos que ha tenido a lo largo de su vida.

No me vale con ver por televisión lo que pasa en el mundo. Ante la gran injusticia que hoy vivimos, quiero participar con mi granico de arena en la lucha contra tanta desigualdad. La misión te cambia, te hace mirar la realidad desde otros puntos de vista desde otros ojos, los de los más empobrecidos.

El no bañarse por no tener agua o bañarte con agua marrón, convivir con los problemas in solucionables de la gente, familias abandonadas, desestructuradas, enfermedades muy graves y caras de curar, abortos, alcoholismo crónico, drogas…

¿Porque vuelvo? Pasen lo que pasen las personas de los países a los que he ido, siguen mostrándose como son, sin fachadas ni falsedades. Tienen una fortaleza increíble, alegría y ganas de luchar, da igual que situación padezcan. Son personas sencillas pero que tienen postgrado y doctorado en generosidad.

Contagian el ¡SI TU QUIERES PUEDES!

“Un gran reto”: Quiero aprender a
desapegarme de lo superfluo. Sé que este tipo de vida me ayuda a vivir y apreciar la realidad que vivimos y me muestra el cómo podemos vivir.

Resuenan en mí estas palabras:
No te conformes con lo que necesitas, lucha por lo que te mereces.

¡Arriésgate! No te quedes con ganas.

Ya tienes el NO, arriésgate a obtener el SI. Solo tienes una vida.