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Carta del Sr. Arzobispo de Pamplona y Tudela - DOMUND 2016

LOS MISIONEROS APORTAN LO MÁS GENUINO DEL AMOR
por
Mons. Francisco Pérez González
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela
23 de Octubre 2016

Si tuviera que hacer un retablo de experiencias misioneras y en primera persona de los misioneros no habría biblioteca que cubriera tantas estanterías. La misión en la Iglesia es de tal calado que no hay dinero suficiente para compensar su labor. Y es que el amor cristiano no tiene precio. Cuando un periodista preguntaba a Santa Teresa de Calcuta la razón por la que hacía su labor de amor por los pobres, ella responde que no lo haría ni por todo los “dineros del mundo” puesto que el amor de gratuidad lo compensa todo. Los misioneros aportan lo más genuino del amor que es el amor de Jesucristo. Es un hecho y es una realidad.

Los misioneros salen de su tierra y se embarcan para buscar a aquellos que tienen falta de amor. Es una gran aventura que se comprende desde la fe en Jesucristo. Quebraría la misión en el momento que sólo se sustentara en la solidaridad sin el amor cristiano. Por eso el lema, de este año, del Domund lo expresa desde la salida: SAL DE TU TIERRA. Las condiciones donde muchas veces nos sostenemos son realidades limitadas y sin horizonte. Tal vez una de las enfermedades modernas sea el “encerramiento en nuestro pequeño mundo” y para más  creyendo que es el único que existe. El misionero ha de salir de sus propias comodidades para mostrar que ser cristiano es ser servidor para todos y para los más pequeños y necesitados de modo especial.

Todos los pueblos y culturas tienen el derecho de recibir el mensaje de salvación en Jesucristo y del que pueden beber para vivir más la paz, la concordia y la misericordia. Cuando Cristo les dice a los apóstoles: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos…”(Mt 28, 19), está indicando que no debemos acomodarnos sino abrir el corazón, con un gesto generoso de servicio, para que muchos encuentren su realización humana y cristiana. “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesiten la luz del Evangelio” (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, n. 20).

Esta Jornada Mundial de las Misiones (Domund) nos puede ayudar a pensar, a cada uno de nosotros, sobre la labor evangelizadora que dedicamos en nuestra vida. No es tanto salir físicamente, como los misioneros, a otras tierras o naciones, sino cada uno desde donde viva constatar las necesidades que existen y anunciar con el testimonio el sabor y gusto de la caridad evangélica. En este 90 aniversario del domingo mundial de la misiones, el papa Francisco hace un claro reconocimiento de la mujer en el ámbito de la misión. “Fue una mujer, Paulina Jaricot, quien puso en marcha esta corriente de solidaridad misionera, y se cuentan por millones las mujeres que han salido de su tierra para mostrar el amor materno de Dios a la humanidad” (Anastasio Gil, Director nacional de OMP, Illuminare, pagina 12, nº398).

Deseo que este tiempo de la misión, en nuestra Iglesia, sirva para reconocer el gran servicio de caridad que han hecho, están haciendo y harán nuestros misioneros. Invito a todas las comunidades parroquiales, los religiosos, los consagrados, los movimientos y nuevas comunidades eclesiales que seamos generosos en esta gran fiesta de la misión que es el DOMUND. Estoy seguro que los navarros colaborarán con sus oraciones y con sus donativos para que nuestros misioneros encuentren el calor de su tierra a la que quieren con toda su alma.

Concluyo con un testimonio de Santa Teresa de Calcuta: “Las obras de amor son siempre obras de alegría. No hace falta que busquemos la felicidad: si tenemos amor para los demás, nos será dada. Es el regalo de Dios. La alegría es amor, la alegría es plegaria, la alegría es fuerza. Dios ama al que da con alegría, y si uno da con alegría, da cada vez más. Un corazón alegre es el resultado de un corazón que arde de amor” (Camino de sencillez, 115, Ed. Planeta). Esto es ser misionero. Recemos por ellos y vivamos nuestra misión en el lugar que Dios nos ha puesto.